Mi
historia personal con las TIC comienza cuando mis padres me regalan mi primer
teléfono móvil con 12 años, hasta ese momento no conocía las llamadas nuevas
tecnologías de la información y comunicación, es decir, en toda mi trayectoria
académica no hubo ningún contacto con ordenadores en el colegio. Este hecho no
resulta tan descabellado si pensamos que los ciclos de Educación Primaria los
cursé durante la década de los 90.
A
principios del 2000 empieza a surgir una revolución digital en la que pude
vivir el cambio de los VHS a los DVD o, especialmente, la contratación del
primer servicio de conexión a Internet en casa. Recuerdo como era necesario
desconectar la línea telefónica para poder navegar por la red, una navegación
cara y lenta. Después llegaría la banda ancha y las tarifas planas, todo un
avance que me permitió disfrutar horas y horas de Internet sin tener que
preocupar a mis padres por la factura a final de mes. Podría decir que, a
partir de ese instante, inicié mi recorrido en las llamadas redes sociales con
la apertura de una cuenta en MSN Messenger. Recalco este momento porque lo
considero el punto de partida de todo lo que se ha ido creando hasta la
actualidad, para mi generación fue una nueva forma de comunicación instantánea
nunca antes conocida, una herramienta más recurrida si cabe que los propios
SMS.
Los
teléfonos móviles fueron evolucionando y por mis manos pasaron modelos cada vez
más actualizados, con nuevas opciones multimedia, pantalla a color hasta
finalmente poder acceder también a Internet con estos dispositivos a través de
las aplicaciones del propio terminal. Mencionaba anteriormente a las redes
sociales, en el año 2006 surgen varias opciones a las que también me uní: My
Space y Fotolog. Con esta última llegué incluso a conocer en primera persona el
mal uso que se le puede dar a un blog al ser empleado para calumniar o acosar a
otro usuario. No obstante la red es imparable, cada año aumentaba el número de
opciones a las que registrarse y parecía que no estar dentro de estos círculos
virtuales (Tuenti, Twitter, Facebook, etc.) te excluía automáticamente de
“estar al día” de lo que pasaba en el mundo.
En
definitiva, no me considero una adicta a las redes sociales, pero es innegable
que forman parte de mi vida desde hace muchos años. Han habido buenas y malas
experiencias, aunque el balance me parece positivo y espero poder seguir
disfrutando de ellas en el futuro, así como educar en su buen uso a las niñas y
niños que vayan a compartir aula conmigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario