domingo, 7 de febrero de 2016

Raquel: mi historia personal con las TIC

Mi historia personal con las TIC comienza cuando mis padres me regalan mi primer teléfono móvil con 12 años, hasta ese momento no conocía las llamadas nuevas tecnologías de la información y comunicación, es decir, en toda mi trayectoria académica no hubo ningún contacto con ordenadores en el colegio. Este hecho no resulta tan descabellado si pensamos que los ciclos de Educación Primaria los cursé durante la década de los 90.

A principios del 2000 empieza a surgir una revolución digital en la que pude vivir el cambio de los VHS a los DVD o, especialmente, la contratación del primer servicio de conexión a Internet en casa. Recuerdo como era necesario desconectar la línea telefónica para poder navegar por la red, una navegación cara y lenta. Después llegaría la banda ancha y las tarifas planas, todo un avance que me permitió disfrutar horas y horas de Internet sin tener que preocupar a mis padres por la factura a final de mes. Podría decir que, a partir de ese instante, inicié mi recorrido en las llamadas redes sociales con la apertura de una cuenta en MSN Messenger. Recalco este momento porque lo considero el punto de partida de todo lo que se ha ido creando hasta la actualidad, para mi generación fue una nueva forma de comunicación instantánea nunca antes conocida, una herramienta más recurrida si cabe que los propios SMS.

Los teléfonos móviles fueron evolucionando y por mis manos pasaron modelos cada vez más actualizados, con nuevas opciones multimedia, pantalla a color hasta finalmente poder acceder también a Internet con estos dispositivos a través de las aplicaciones del propio terminal. Mencionaba anteriormente a las redes sociales, en el año 2006 surgen varias opciones a las que también me uní: My Space y Fotolog. Con esta última llegué incluso a conocer en primera persona el mal uso que se le puede dar a un blog al ser empleado para calumniar o acosar a otro usuario. No obstante la red es imparable, cada año aumentaba el número de opciones a las que registrarse y parecía que no estar dentro de estos círculos virtuales (Tuenti, Twitter, Facebook, etc.) te excluía automáticamente de “estar al día” de lo que pasaba en el mundo.


En definitiva, no me considero una adicta a las redes sociales, pero es innegable que forman parte de mi vida desde hace muchos años. Han habido buenas y malas experiencias, aunque el balance me parece positivo y espero poder seguir disfrutando de ellas en el futuro, así como educar en su buen uso a las niñas y niños que vayan a compartir aula conmigo.




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